Sr. Ito



Tenía yo catorce años y me encontraba en una librería cuando escuché por primera vez el insulto más fuerte que había escuchado jamás. Una muchacha que allí trabajaba, se acercó con una sonrisa de oreja a oreja y me dijo "¿Qué necesita, señor?
¡Señor! Había dicho señor, se-ñor, s-e-ñ-o-r. ¿Cómo podía ser tan grosera? ¿Cómo podía seguir como si nada sin lavarse la boca? Yo no era un señor, era un adolescente. Contaba apenas catorce, recién cumplidos para más datos y esa vulgar me dijo "señor"
Lo cierto es que me hice el loco y esperé que alguien más me atendiera. Sí, fue un poco extremo, pero en ese momento me sentí ofendido.
Desde entonces nunca me ha gustado que me digan señor, yo no soy un señor. Lo seré cuando tenga cuarenta, quizás, pero antes no. De hecho, a los cuarenta es cuando comenzaré a considerar la posibilidad de ser llamado así. Lo más probable es que lo acepte a los cincuenta, o cuando comience a sentirme senil, lo que ocurra primero.
Han pasado los años y sigo sin responder a señor. Nunca lo hago, ya no por malcriadez, sino porque nadie me llama así. De hecho, pasaron diez años hasta que me volviera a sentir incómodo. Sucedió en la misma librería.
Me encontraba en la cola para pagar en la caja, cuando se acabó el papel de la impresora. Entonces, la cajera de al lado comenzó con sus obscenidades:
-Señor.. señor.. señor..
Esta vez no atendí porque pensé que hablaba con un señor de verdad, hasta que toco mi hombro y me dijo:
-Señor, pase por esta caja, por favor
-Señorito, por favor -respondí-
-Lo siento, no sabía que era señorito -expresó mientras se reía-
No era un chiste. Odio ser llamado señor. Ya la gente no me toma en serio. Supongo que si fuera un señor me respetarían un poco más.
Posteado el 19 de mayo de 2oo9

No hay comentarios: