Capacidad para la música



Un día, revisando como siempre en los estatus de mis amigos en Facebook, me encontré con que un profesor que me dio clases en la universidad estaba solicitando regalos para una actividad con unos niños. Sin pensarlo, dije que para eso es que yo sirvo.
Llegué a la universidad con mi regalo. Entonces, me detuvieron en la entrada del edificio donde queda la Dirección de Comunicación Social. Una señora muy poco amable me pidió mis datos, mientras me miraba con duda, pues no creía que me había graduado allí.
Me dejaron pasar luego de chequear que sí había estudiado allá. La verdad, no entiendo para qué tanta seguridad, si lo único de valor que tenía esa casa de estudio era yo. Si ya no estoy estudiando, pueden robar lo que quieran.
Pensé "entrego este regalo y listo". Pero me invitaron al evento de entrega de los regalos. Yo, como estaba perdido en el espacio y tiempo, no tenía ni idea de qué se trataba todo. Pronto entendí que era un recital, pero no cualquier recital, sino uno hecho por niños con discapacidades.
El único problema que encontré fue subir las escaleras del edificio más alto, hasta el último piso, donde se llevaría a cabo la actividad. Aunque me pareció maravilloso caminar por esos pasillos que me dieron tantos recuerdos y saludar a aquellos profesores a quienes les tenía temor y respeto. Ahora sólo los respeto porque sé que no me van a evaluar.
Cuando comenzó el concierto, me quedé con la quijada en el piso. Esos muchachos realmente saben hacer excelente música, sin importar sus deficiencias visuales, auditivas o niveles de desarrollo. Cantaban, tocaban y bailaban mejor que todos los demás asistentes. Discapacidad tengo yo que desafino hasta cantando bingo.
Sofía, quien me dio clases de Fotografía, me dijo "Nosotros nunca vamos a tener ese ritmo" Y tenía razón. Lo único que sé tocar es el botón Play para escuchar música y hago el ridículo cuando bailo.
Mientras más cantaban, el público deseaba más. Sin embargo, a la enésima vez que pidieron otra canción, uno de los cantantes dijo "Ya no más. Nos vamos. Se acabó" Esa es la sinceridad que me gusta.
Se entregaron los regalos a los niños, quienes se los ganaron con su talento. Seguí mi camino, mientras conversaba con Sofía. A pesar de que no me quería ir, me fui con la idea de regresar de nuevo. En fin de cuentas, siempre será mi alma máter.

Publicado el 31 de diciembre de 2oo9

1 comentario:

Maricarmen dijo...

Ciro,se ve que tienes un sentido del humor importante.Pero es solo un disfraz.Eres sensible,y solidario.
Me encanto eso de que lo unico de valor en tu lugar de estudios ,ers tu.Un beso