El traje deportivo


En esta vida, hay dos tipos de personas que usan trajes deportivos. Las primeras son las que las lleva sin hacer ningún tipo de ejercicio y están los que sí se ponen en forma.

Particularmente, odio a las personas que se visten deportivo y ni estiran la mano para pagar la cuenta. Por lo general, son personas con sobrepeso que ya perdieron la batalla con las ganas de vestirse. Ya no están buscando algo que les quede bien, sino que sólo les quede. La ropa deportiva, con tanta goma, se estira y se adapta a la forma de su cuerpo.

El problema es que no se ve bien. Ni la ropa, ni la persona. Es el último estrato del conformismo. Es decir "No, ni lo voy a intentar y si sigo engordando, me compro algo más grande" No es obligatorio, pero si ya están vestidos así, deberían aprovechar y hacer algo de ejercicio.

Las segundas personas son las que sí hacen ejercicio. A esas las odio aún más. El problema no es que se pongan en su peso ideal, sino que te lo restriegan en la cara. Dicen cosas como "Hoy me levanté a las cinco de la mañana, me puse a trotar un rato, luego hice ejercicios, le preparé el desayuno a los muchachos, me puse a ver las noticias, me duché, me vine caminando a la oficina y llegué veinte minutos temprano"

Sí, porque normalmente son perfectos en todo lo que hacen. Lo peor es que lucen muy bien y siempre andan recomendando un producto o una actividad física. Que si "este té te mantiene alegre, joven y no retienes líquidos", "este batido triplica las calorías quemadas por cada vez que pestañeas" o "hay una caminata de 40 kms este domingo a las 6 am ¿quieres ir?"

¡Caminar 40 kms un domingo! Y no es algo extremo o de una sola vez, es algo cotidiano para ellos. Lo interesante es que no existen excusas válidas para esas invitaciones, si les dices algo como que tienes que ahorrar, salen con una clase de tae bo gratuita en el parque de la ciudad. Si no tienes tiempo, buscan un gimnasio con un horario adaptado a tus necesidades.

Y evangelizan a todos con su manera de vivir. Si te ven comiendo algo grasoso, te cuentan las calorías, te dicen lo malo que son los carbohidratos, que vas a morir con tanta azúcar blanca. No dejan que uno sufra un infarto tranquilo.

No es obligatorio, pero deseo que en la caminata se tropiecen y se fracturen una pierna (o las dos, ¿por qué no?) Luego, durante el reposo, descubran un sabor de helado realmente adictivo, yo mismo les podría presentar a mi mejor amigo Häagen-Dasz y a su primo Mc Donalds (no el que no tenía un perro llamado Bingo). Y que disfruten las calorías y la inactividad. Una vez que lo pruebas, no hay vuelta atrás.
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Publicado el o1° de julio de 2o13

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