Un día cualquiera fui a trabajar, saludé a todo el mundo e hice todo lo que me tocaba hecer. A eso de las 10 de la mañana sentí algo en mi nariz y me vi en un espejo. Entonces me di cuenta de que tenía un moco seco, sí, un moco seco. En ese momento caí en la importancia que tienen los amigos para uno.
Después de media mañana trabajando nadie me dijo: "Oye, tienes algo en la nariz" No. Eso es injusto y poco amigable de parte de todas las personas con quienes me crucé. Si alguien tiene algo en la cara, es deber de uno decírselo.
Un verdadero amigo nos dice: "Límpiate la nariz, cochino". Es la cima de la amistad decirle desaseado a alguien, la confianza lo permite. Un amigo vale oro cuando nos manda a bañar.
Así que cuando alguien en la calle se te acerque y te diga: "¡Límpiate esas legañas, qué asco!" o "¡Límpiate los mocos!", piensa en mí y saluda a esa persona con amor, dale un abrazo: hiciste una nueva amistad. Además, puedes aprovechar y limpiarte en sus ropas.
O sino, puedes hacer como yo de ahora en adelante: mírate más seguido al espejo.
Originalmente enviada en 12 de febrero de 2oo8
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