Mi vida de desempleado


Eso de ser un desempleado no está tan mal. Por lo menos no en mi caso. Por primera vez en mucho tiempo dejé el aspecto de cajero de banco a un lado y me puse unos jeans con zapatos deportivos y me dejé crecer la barba un poco. Eso es lo que llamo verdadera libertad.
Aparte de todo eso, pues no era que no tenía nada que hacer. Antes de dejar abandonar mis dos trabajos había aceptado escribir algo para una revista de turismo nacional. Entonces, durante mi primer día de paro, les entregué los textos a los dueños de la publicación.
Cuando lo leyeron, su respuesta no fue la que esperaba "Les falta algo. Falta algo que enganche a la gente". Sólo pude pensar en dibujarle unos garfios y anzuelos a los bordes de las páginas.
Ellos dijeron que los textos necesitaban un poco de pasión. La única manera de conseguirla era viajando. Así que indignado, arrastrado por la situación, me tuve que ir a la Colonia Tovar. Obligado tuve que caminar por sus hermosas calles y comer los platos típicos.
Cuando volvieron a leer el texto, les encantó. A mí me encantó que les encantara. Pero entonces me dieron una terrible noticia "Mañana nos vamos a Choroní"
Mi reacción fue de espanto. Tendría que salir de nuevo. Esta vez a disfrutar de la playa. Por supuesto que me resistí por completo. Me llevaron arrastrado. Lloraba por el camino, pero sabía muy bien que debía sacrificarme por el bien de la revista.
Sí, disfruté del paisaje, comí pescado, me bañé. Pero que conste que fue por necesidad no por puro disfrute.
La reseña de Choroní también les gustó. No sé si algún día me comience a gustar el trabajo. Mientras tanto, seguiré con la tortura que representa.

Enviado el o8 de septiembre de 2oo9

1 comentario:

Alondra dijo...

Te agradezco la tortura por la que pasaste, incluso los picotazos de los zancudos en el Choroní jejeje. Me hiciste revivir bellos recuerdos de la Colonia Tovar... uhmmm!! las fresas con nata y sobre todo la compañía. Un abrazo desde el otro lado del charco.
Ah! se me olvidaba, gracias por la visita, y dime dónde puedo leer esas crónicas.