Buen karma

Cualquier libro de autoyuda te dirá que debes ser feliz y aprender a personar y a pedir perdón. Como pensé que no había más verdad en la Tierra, me propuse ponerlo en práctica. Había un par de personas con quienes debía disculparme y le escribí a ambas explicando que mis malos actos cometidos se debían a mi etapa de inmadurez, pero que una vez adulto comprendí mis errores.

Escribí y me puse a esperar, inútilmente. La primera persona no me respondió. Ni siquiera para decir "Te odio maldito, espero que tengas una muerte lenta y dolorosa". En ese momento pensé que estaba perdiendo mi tiempo, hasta que la segunda persona sí lo hizo:

-Aló
-Hola, no pensé que me llamarías
-Pensé que era lo más lógico después de leer lo que escribiste
-Bueno, creo que ya era hora de expiar las culpas
-Sí, entonces. ¿Cuándo nos reencontramos?
-Cuando el mundo dé las vueltas necesarias
-Sería mejor si le ponemos fecha
-Pero, ¿para qué? Cuando nos encontramos terminamos peleando, siempre.
-Sí, a veces. Entonces, todavía sientes algo por mí
-¡No, Dios, no!
-Entonces, ¿para qué me escribiste?
-Para hacer las paces
-Para reconciliarnos..
-No, hacer las paces. Es distinto. Significa que si nos vemos en la calle no nos caeremos a patadas, sino que nos saludaremos diplomáticamente.
-¿Sabes qué? Sabía que tus palabras eran puras mentiras
-No lo son
-Sí, sí lo son. Sólo me escribiste para jugar conmigo
-No, te escribí porque pensé que era momento de disculparme, nada más
-Eso es lo que dices. Ya te estás retractando de tus palabras
-No me retracto. Cada palabra que escribí era cierta. Pero tú lo tomaste de la manera equivocada
-Yo creo que lamentas que todo haya terminado
-Yo agradezco que todo haya terminado. Lo que lamento es la forma en que ocurrió
-¿Y tardaste tres años en pedir perdón?
-Yo no te estoy pidiendo perdón...
-¡Ves como te retractas!
-Yo te ofrezco mis disculpas. Si quieres las tomas
-Pues no las quiero tomar
-No lo hagas. Ni me importa
-Claro que te importa, sino no me hubieras escrito
-Me importaba acabar con el sentimiento de culpa
-Solamente te llamé porque pensé que estabas enfermo y en el borde de la muerte porque sólo así escribirías tantas estupideces
-No fueron estupideces. Escribí lo que pensaba
-Admite que quieres regresar. Aunque debo advertirte que ya no te quiero
-Ni yo a ti. Esta conversación no tiene sentido
-Cualquier cosa que hagas tú carece de sentido
-Te voy a colgar
-Yo lo voy a hacer primero. Siempre supe que eras un saco de mentiras, por eso te detesto
-Yo te detesto más, ¿sabes por qué? Aló, aló, aló..

Me colgó. En ese momento llegué a la conclusión que disculparse no sirve de nada, sólo trae más problemas. Lo mejor que se puede hacer es vivir con la culpa y la rabia hasta que se vaya diluyendo con los años. Mi consejo: no escuches sugerencias de libros de autoayuda. Acepta que la culpa sí es de la vaca, que el queso se lo robó un ladrón que nos hizo un favor y que Paulo Coelho no sabe lo que dice.

Y no me pienso disculpar con Coelho.

Enviado originalmente el 27 de octubre de 2oo8

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