Clic, clac, cloc

Estaba caminando medio dormido cuando escuché dos voces adolescentes en la escalera del centro comercial. Una de un muchacho y otra de una muchacha. De pronto, el muchacho le dijo. "Es que tú no sabes nada, te voy a enseñar cómo se mete. Tú no la agarras bien". En ese momento me desperté. Qué estaban haciendo esos niños sentados en los escalones. Entonces volteé para darme cuenta de que no era nada malo.

Dos inocentes niños jugando perinola. Sonreí inmediatamente, pues hacía mucho tiempo que no veía a nadie con esos juguetes tan inofensivos. Entonces, al ver a otros niños, me di cuenta de que es una moda. Y es una moda que apoyo. Digo, entre tanta cosa inútil que usan los adolescentes hoy en día, un juguete no es malo.

Además, recuerdo que la última vez que jugar perinola era obligatorio fue hace más o menos 16 años. Imagínate mi emoción. Aunque ni entonces ni ahora fui bueno en el arte de la perinola.

Otra cosa que me hace validar la moda es que las perinolas son baratas. Es un juego que une a pobres y a ricos, pues todos puedes costear un aparato tan sencillo. Muy a pesar de que seguro alguien sale con una perinola nueva: con incrustaciones de cristales de Swarovski, que no servirá para nada pero se verá muy bonita.

Quién no se emociona al ver una perinola e intentar juagar con ella. Quién no resiste la tentación de ganarle a un amigo en una batalla. No importa la edad que tengas.

Mientras me alejaba y pensaba en comprarme una perinola para mí, seguía escuchando el clic cloc clac de los muchachos. Entonces, la muchacha le contestó "Claro que sé cómo se mete, pero no la perinola". Entonces, me di cuenta de que con perinola o no, la juventud está perdida, pero por lo menos se divierten en el camino.

Enviado originalmente el 27 de mayo de 2oo8

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