El confidente

Hay algo en mí que aún no logro entender, ni puedo controlar. Muchas personas que me conocen creen que pueden contarme todo de su vida. Yo no soy chismoso, así que no repito lo que me cuentan. Pero siempre me he preguntado qué los lleva a contarme cosas que no me importan, por qué soy un imán para compartir intimidades.

En estos días, una amiga me dijo: "Sabes, hoy vi algo que no me gustó en mi trabajo y se lo voy a contar a mi jefe". Intrigado, le pregunté qué había visto. Entonces comenzó a gesticular y mover los labios para que se los leyera.

La verdad, no entendía nada. Para mí no eran más que movimientos al azar. Imposible leer nada. Puse mi cara de incomprensión y le dije "¿Perdón?"

Entonces, mi amiga comenzó a hacer gesticulaciones exageradas, como para que pudiera leer mejor. Aunque seguía sin entender, pensé que si seguía preguntando la situación podría ser eterna. Así que hice lo que toda persona debe hacer: cambié mi cara de confusión a mi cara de horror n° 32 y fingí entender todo.

Pero eso fue nada en comparación con lo que me pasó luego. Debía cobrarle a un cliente a quien no conocía. Era un señor algo mayor, con más arrugas que camisa de divorciado y con ojos entrecerrados porque debía llevar unos lentes, pero no los tenía.

Nos encontramos en una clínica y el señor me dice: "Ven, vamos a hacer el cheque en el cafetín", yo lo seguí y entonces comenzó

-Oye, pero ese maldito gordo de tu jefe, ya ni siquiera se quiere mover. No me quiso venir a cobrar
-Está en una reunión
-Pero es que ese gordo mar*co ya no quiere trabajar
-Está en una reunión con su médico.
-Yo tenía una corredora de seguros que estaba bien buena. Y como el gordo, nunca me iba a cobrar. Y yo la invitaba a comer, le decía "Pero es que yo la quiero conocer, me han dicho que usted es muy guapa ¿o no lo es? Quiero almorzar un día con usted y compartir conocimientos" Sin embargo, nunca la conocí cara a cara.
No imagino por qué
-Sí, hay corredores de seguro que uno nunca llega a conocer
-Pero ella me enviaba regalos en navidad. No como ese gordo mamagü*vo, ese gordo es un pichirre.
-Sí, el año pasado no envió regalos a sus clientes -respondí y cambié el tema- Fíjese, el financiamiento queda así, usted va a pagar una inicial...
-No, tú haces el cheque porque yo no puedo, se me quedaron los lentes.
-Ok, yo le lleno el cheque.
-La muchacha que alquila teléfonos.. Yo una vez conocí a una mujer como ella y le dije "Mamita, quiero que me des tu pantaletica, pero eso sí, bien sudada y con bastante m*erda para olerla y chuparla" A mí me gustan las mujeres así, sucias
No me importa
-Firme el cheque, por favor
-Ya lo firmo. ¿Dónde?
-En la línea.
-Listo
-Muchas gracias
-A tu orden. Le mandas saludos al hijo 'e p*ta de tu jefe.
-Lo haré. Hasta luego.

Entonces, al terminar la reunión, no podía creer dos cosas: el vocabulario del señor era muy osado para alguien a quien apenas conocía y que no debería hablar de sus gustos ni fetiches con nadie. Menos conmigo, yo no soy un proxeneta. Y aunque lo fuera no lo diría a nadie desconocido.

Y si en este momento piensas "a mí tampoco me importa lo que pasa contigo", es mentira, llegaste al final.

Enviado originalmente el o3 de noviembre de 2oo8

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