La escasez

Es cierto, no hay muchos alimentos en el mercado. Es la llamada escasez. Pero la escasez de alimentos ha dejado paso a otra escasez: la de temas de conversación. Nadie habla de otra cosa, dondequiera que vayas habrá una señora muy anciana diciendo que no consigue nada o que todo está muy caro.

Y como no hay más nada de qué hablar, de más nada hablaré. Particularmente lo que más me sorprende es cómo se las ingenian en los supermercados para llenar los vacíos. No se puede tener un estante sin nada, así que deben llenarlo con algo. Por ejemplo, en lugar de aceite colocan cervezas. Y es cuando más me sorprendo: qué los lleva a pensar que a falta de aceite alguien necesitara licor. Imagino que pensarán que las amas de casa, desesperadas ante tanta escasez, decidirán que es mejor emborracharse para olvidar.

Igualmente, ante el vacío dejado por la margarina pues es bueno colocar refresco. Porque de esa manera se aseguran que la celulitis siga floreciendo, sino es por la grasa pues que sea por la gaseosa.

Y cuando llegan a la caja entonces la escasez es de billetes. La gente no puede costear lo poco que consiguió. Y sigue la anciana quejándose de que ahora todo está muy caro y que no puede comprar nada, comienza a contar a quien la quiera esuchar que quiere hacer arroz con leche, pero que cuando hay leche no hay arroz, y viceversa.

Con lo poco que te llevas, te vas a tu casa, donde no hay gas, porque también hay escasez de gas. Así que lo poco que pudiste conseguir con lo poco que pudiste pagar no lo puedes cocinar. Sí, triste.

Pero, yo pienso que el venezolano debe acostumbrarse a la ausencia de cualquier cosa. La escasez pasará a ser como la arepa (sí, ya sé, cuando hay harina de maíz) será como una costumbre. Además, siempre ha habido escasez, aunque estacionaria. Como cuando no se consiguen baterías AA en diciembre, o como la escasez de maletines en la reciente visita de Cristina Kirchner.

Enviado originalmente el 25 de marzo de 2oo8

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