Lo bien aprendido




Y allí estaba yo, sentado en el pupitre esperando que me entregaran la prueba de Introducción a la Administración. La espalda recta, guardé todos mis útiles y el lápiz tenía la punta bien afilada. Todo listo para responder, excepto por un detalle: no había estudiado.

Bueno, pero le iba a echar piernas a la prueba. Cuando me la entregaron la leí y me di cuenta que me sabía la mitad. La primera pregunta, esa no me la sabía muy bien. No me quedaba opción: inventé.

En esos momentos no podía dejar de pensar en Néstor Rivera, un profesor que tuve en la universidad y quien alguna vez me dijo que lo bien aprendido nunca se olvida. Ese hombre es noble, pues si no fuera por él no sabría nada de lo que me hablaban en esa prueba. La próxima vez que lo vea le pido una foto y que me la autografíe.

Esas preguntas malvadas sólo me podían hacer pensar en una cosa: todos decían que la profesora era medio calva y ahora que me fijo, sí. A esta señora le está creciendo la frente.

Quinta pregunta. Me puso a reflexionar ¿por qué no había llevado un sacapuntas? ¿cuándo me compraría un portaminas? Como no me la sabía, la inventé. Pero tan inventada que debió comenzar con "Había una vez.." y debió terminar con "..fueron felices por siempre"

Honestamente, esta profesora sí es pirata. Explica la mitad del contenido y la mitad de lo que explica lo hace mal. Estoy seguro que si pongo atención escucharé cuando llegue el barco en el que navega. Debe tener una pata de palo, lo que ya debe ser malo tomando en cuenta que se está quedando sin cabello.

Para cuando terminé la prueba, la punta del lápiz estaba roma. Es bueno ser periodista porque aprendes a escribir y desarrollar los temas.

Una semana después, la profesora me entregó el examen. Saqué cien. El único en mi salón. Pero no fue gracias al monstruo que me da clases, sino a Néstor Rivera, a quien le doy gracias por los favores recibidos.

Enviado originalmente el 23 de febrero de 2oo9

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