Emigo


Cuando yo era un adolescente la moda no nos afectaba tanto, ni había tanta división como ahora hay en la actualidad. Hoy día se separan como si existieran razas entre ellos, lo que me parece absurdo desde mi adulto punto de vista.

En estos días, una de mis compañeras de estudio estaba conversando conmigo sobre las tendencias que ella sigue:

-Es terrible, -me dijo María Rosa, que así se llama- Lucía se está vistiendo como nosotros
-¿Nosotros? Pero si yo uso camisa manga larga y ella anda con una blusa
-Ja, muy gracioso. No como tú, nadie quiere vestirse como tú
-Eso es debatible..
-Como nosotros los emo
-No entiendo
-Ella es una punketa
-Entiendo menos. Explícame como si estuvieras hablando con un niño de cinco años
-No somos iguales, ellos son completamente diferentes a nosotros
A simple vista, Lucía y María Rosa se asemejaban mucho: las dos estaban vestidas de negro y parecía que no se habían lavado el cabello en un largo tiempo.
-¿En qué se diferencian? -pregunté inútilmente-
-¿No ves que es obvio?
-No
-Mira como se viste
-De negro
-Sí, pero mira su cabello
-Se peina como tú
-Nosotras escuchamos música diferente -me explicó como si hablara del funcionamiento de un transbordador espacial-
-Así que la diferencia está en la música que escuchan
Algo que no se puede ver. Está loca. Quizás si le sigo la corriente el tema de conversación se acabe pronto
-Exacto. Cómo se le ocurre ser tan copiona -continuó-
-Tienes razón, ¿adónde va el mundo a parar?
-¿Verdad?
-Sí, con tantos problemas que hay en el planeta: calentamiento global, guerras por doquier, una crisis económica mundial; pero ustedes se preocupan por esa tontería.
No tengo ningún problema con los emos, punketos y las demás tribus urbanas (a pesar de que no entiendo qué defienden, cuáles son sus objetivos o deseos), si tan sólo dejaran de ser tan parecidas o de pelearse entre ellas. A este paso no tendré ningún amigo emo.
Enviado originalmente el o9 de marzo de 2oo9

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