¡Cien!



Para mi confesión número cien me propuse una idea interesante, una idea morrocotuda: escribir algo que no diga nada. Es decir, algo que no tenga sentido, pero que te mantenga el interés vivo. Algo que sea vacío, como la cabeza de Paris Hilton. Palabras que no tuvieran un mensaje.
Entonces, me dije que era posible sólo si le ponía empeño. Pero escribir algo que no diga nada no es tan fácil como lo pintan. Ni tan fácil como lo imaginé en un principio. Esto ocurre porque se debe comenzar con algo interesante.
El problema es que no tenía nada interesante que decir. Pero después me dije: Sí, puedo decir cómo hacer algo que realmente no sea nada. En ese momento puse manos a la obra. Pero no una obra artística. Es sólo un dicho.
Me senté frente a la computadora y comencé a teclear. Escribía una letra y luego la borraba. Es que eso de escribir un mensaje sin nada, no es cosa sencilla. Es una tarea ardua. Es como intentar no hacer nada en todo el día, pero algo harás inevitablemente. Digo, respirar es hacer algo.
Mientras más escribía, más pensaba. ¿O mientras más pensaba, más escribía? La verdad es que no lo sé. Puede ser ambas, pues a veces no pienso lo que escribo. Mientras hay ocasiones en que lo pienso mil veces antes de poner las palabras adecuadas.
Esa fue la hora en que me di cuenta de que estaba pensando mucho en mí, en vez de comenzar a escribir sobre nada. Pero tenía mucha sed y me levanté a tomar un vaso de agua. Después de calmar mi sed, me dispuse a seguir tecleando.
Fue cuando se me ocurrió la solución a todo: comer. Sí, comer me daría fuerzas. Así que aquí estoy, comiendo con mucho cuidado de no terminar regando los alimentos sobre el teclado. Eso sí que es difícil, mucho más que no escribir nada.
Ahora, debo aclarar que comer no es tan bueno para la inspiración. Es bueno para el estómago. Porque, ¿qué tiene que ver el estómago con la inspiración? Sólo si estás pensando en crear una receta para una torta.
Seguía yo con mi plan, escribiendo y borrando. Nada era interesante. Así que me dije que tal vez no lo conseguiría. Resulta que para escribir sobre nada, no tenía nada que escribir. Es muy complicado que alguien lea algo sin sentido de principio a fin.

Publicado el 2o de julio de 2oo9

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