El evento



Cuando tenía diecinueve años estaba en sexto semestre de Comunicación Social. Ese era el semestre más temido por todos: debes dar clases de periodismo escolar en un colegio, hacer pasantías y un evento sobre periodismo. Agrega a esto nueve materias y el resultado son cuatro meses de dolor de cabeza.
Ahora, estudiando Informática pensé que eso era cosa del pasado. Hasta que un profesor se presentó al salón y dijo "Todos los estudiantes de Informática deben participar en un evento dentro de dos semanas". Me pareció una locura. Si en un semestre nos volvimos locos, dos semanas era lo necesario para terminar en un psiquiátrico.
Pero no fue así. Sólo pidieron colaboración monetaria y que nos vistiéramos formales para la ocasión. Me tranquilicé y esperé el día.
Como siempre uso camisas manga larga, pues ¿qué más formal me podía poner? Una corbata. Las odio, nunca me han gustado, pero tienen el poder de hacer cambiar la apariencia de cualquier persona. De harapiento a serio en hombres, de mal vestida a sexy en mujeres.
Me aparecí y era el único con corbata (además de los de protocolo, quienes estaban obligados) Parecía que iba a predicar la palabra del Señor. Sólo me faltaba la Biblia y la sombrilla. Los demás parecían amanecidos de una fiesta. Todos tenían camisas desabotonadas y por fuera. Mamarrachos que tuvieron el tupé de preguntarme por qué llevaba una corbata. Era obvio: me hacía ver elegante.
Se me ocurrió entonces preguntarle al coordinador si necesitaba ayuda. Entonces contestó "Sí, párate en la entrada. Cada vez que veas a alguien que quiera entrar al edificio para asistir al evento, le das las instrucciones para subir" Mientras me dirigía a mi destino no paraba de preguntarme "¿Para qué hablé?"
De modo que me paré en la entrada, cuando noté un extraño olor: agua de cloaca muy cerca de mí. Veinte minutos después, parado en el mismo sitio, como prostituta esperando cliente, no podía dejar de pensar en la infinidad de enfermedades que podía contraer gracias al líquido -no tan vital- que corría. Las opciones eran: hongo, sarna y un salpullido extraño con ampollas.
Honestamente, no me fijé si alguien quería ir al evento. Me entretenía ver la manera en que las caras de las personas se retorcían al oler el agua. Aunque me sentí muy mal por la mujer que la pisó y llevaba sandalias. Se llenó todos los dedos.
Comenzó el evento y se dijeron cosas que ya sabía (y no soy un experto en el tema, incluso sé menos que el promedio) Apenas estaba terminando cuando se anunció que unos alumnos iban a cantar. Si te preguntas qué tiene que ver Informática con gente cantando, pues pensé lo mismo. Si no lo pensaste, debiste hacerlo. Seguían cantando, mientras la voz de mi consciencia decía "Tranquilo, que tanto arroz con mango significa una sola cosa: estás soñando. Prepárate para despertar en cualquier minuto"
Pero no desperté. No era un sueño (o pesadilla) Es que los organizadores del evento decidieron mezclar el codo con las pestañas. Ecléctico, pues.
Al finalizar, el coordinador se me acercó y me dijo "Gracias por tu ayuda", así que respondí que no había sido nada. Él quizás pensaría que era una reacción humilde, pero era verdad. Digo, a final de cuentas, realmente no hice nada, excepto -obviamente- lucir mejor que los demás.

Enviado el 28 de julio de 2oo9

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