El sapo honesto

En estos días me he dado cuenta de una realidad terrible. Las personas comienzan sus relaciones sentimentales basadas en mentiras o verdades ocultas. Después se quejan cuando la relación no funciona.

Por ejemplo, el tipo que se viste muy bien para visitar a la novia, se porta como un caballero y hasta se convierte en un ejemplo para la sociedad. Sin embargo, con el paso del tiempo, se va cansando de su papel de hombre perfecto, se comienza a sentir incómodo. Comienza a ser imperfecto, eructa, dice groserías, fuma, bebe. Todo en un día.

Acto seguido, la novia se queda sorprendida del cambio que tuvo su príncipe. Se convirtió en sapo ante sus ojos y ella no pudo hacer nada. Se queda estupefacta ante la noción de que recibió una publicidad engañosa.

Esto ocurre con ambos géneros. La mujer también se puede convertir en rana. Y no es que sea una regla, tampoco es que soy el Dr Corazón (título que siempre me ha parecido re cursi y gastado) Pero es que he notado que si te presentas con honestidad, la gente se puede asustar.

Para aclarar la idea: si el hombre le dice "Cariño, soy un borracho empedernido, fumo como prostituta, digo tres groserías por oración, más infiel que galán de novela y me gusta echarme gases donde sea", puede ser que no consiga el amor que andaba buscando (99% seguro), pero no habrá engañado a nadie.

Quizás un día se encuentre a su media naranja: una borracha-grosera-pedorra. Quizás no lo haga. Quizás su media naranja es una muchacha muy educada pero con buen sentido del humor. Pero lo importante es que no engañó: la mujer siempre supo que era un sapo.

Tal vez me equivoque. Tal vez es así como se deben dar las relaciones sentimentales. Tal vez los dos se mientan y se descubran, redescubran y vuelva a enamorar. Tal vez es necesario mentir. Después de todo, de algo deben vivir los abogados que divorcian.

Publicado el 25 de mayo de 2o1o