El motorizado romántico


Estaba en una de esas interminables colas que no brinda nuestro tráfico citadino y pasó por un lado un motorizado con una mujer de parrillera (o sea, de compañera, que no para cocinar carnes) Ella llevaba casco y él no. Entonces, me acordé de un correo con una historia con dos protagonistas así, que leí hace mucho tiempo.

El cuento iba más o menos así: un motorizado se da cuenta de que se quedó sin frenos y le da el casco a su acompañante. Ella no entiende por qué. Él le dice que la ama y cuando chocan, él muere y ella sobrevive. Todo un clásico del spam.

Lo que parece ser el borrador de una burda adaptación de Titanic a la urbanidad, siempre me sonó demasiado extraño, además de extremadamente cursi.

Veamos. La realidad sería distinta. Para comenzar, si no le dio el casco desde un principio, significa que no la amaba. Seguro que le estaba montando cachos y se lo dio por el sentimiento de culpa.

Fue probablemente ella quien le cortó sin frenos, después de descubrir que tenía una amante y que se trataba su mejor amiga. Ella quedó con politraumatismo y le costaba mucho caminar por las fracturas que sufrió en las piernas. Estaba viva, pero no como nueva.

Por otro lado, el tipo se quedó sin frenos, no sin sentido común. Pudo ir desacelerando la máquina hasta llegar a una velocidad mínima en que lograra apagar el motor sin que nada malo sucediera. Pero el del cuento decidió morir. Bruto.

Por último, iban como a 200 por hora y podían mantener una conversación tranquila. No es posible. Primero, habrían tragado muchos mosquitos. Segundo, la velocidad los hubiera obligado a gritarse y repertirse lo dicho. Como tenían la boca más abierta, más mosquitos tragaban.

Además, seguro que antes de que pensara en el suicidio, un fiscal de tránsito lo vio, le pidió los papeles y lo multó porque la muchacha no llevaba casco.
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Publicado el o2 de junio de 2o11

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