Ese gordito


Cuando comenzó el año, una de mis metas era ganar algo de peso. Estaba muy flaco y quería tener un aspecto más saludable. Así, comencé una dieta para subir unos kilos. Se le dije a mi familia, pero no a mis amigos. Necesitaba que alguien no lo supiera y me dijera si notaba algún cambio. Surtió efecto.

Tras cuatro meses, un día alguien me dijo "estás gordo" en la mañana y en la noche otro más expresó "estás panzón". Obviamente, fingí ofensa, cuando realmente estaba muy feliz porque ya no me veía tan delgado. Perdí la cintura estrecha y la cambié por críticas constantes.

Fue entonces cuando me di cuenta que la gente es más feliz mientras esté opinando sobre alguien. Y el peso parece ser el blanco más fácil por donde atacar. Antes me aconsejaban ganar peso porque estaba muy flaco. Ahora me dicen que debería bajar peso porque estoy muy gordo. No entiendo.

Pensé que tal vez estaban en lo cierto, así que probé con reducir los carbohidratos diarios y -con el estrés de una tesis en gestación- bajé unos cuatro kilos en un mes (había subido diez) Nadie lo notó y me siguieron diciendo gordo. Lo peor es que lo escuchaba de personas que tienen mucho más sobrepeso que yo. Eso demuestra que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

Lo cierto es que las personas deberían estar más pendientes de su propio peso que del ajeno. Al principio decía cosas como "más gordo estás tú" o "sí, subí de peso porque me descuidé". Pero de ahora en adelante sólo diré la verdad: "toda mi ropa se encogió"
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Publicado el 2o de septiembre de 2o11

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