¡Qué se acabe el mundo! (No me arrepiento de nada)


Si aquello de que el mundo se va a acabar el 21 de diciembre es cierto, prefiero la muerte. Esto en caso de que ocurra un cataclismo al más puro estilo de The Walking Dead. No pienso vivir en un refugio. No quiero buscar comida entre los restos y desechos.

En caso de que llegue a sobrevivir, que alguien me mate. No sería asesinato, sino suicidio asistido. Hay que pensarlo bien. Si no hay civilización, no habrá productos de higiene personal. O sea, no sólo no podría bañarme y usar desodorante, sino que nadie podría hacerlo. Una cosa es calarme mi mal olor y otra, estar rodeado de mucha gente acalorada, con mal sudor y mal aliento.

Además, los jabones, la pasta dental y el desodorante son sólo la punta del iceberg. Hay  que pensar en la ausencia total de toallas sanitarias, pañales y papel higiénico.

Eso sin contar el hecho de que estoy completamente domesticado. Lo único que sé de sobrevivencia, lo he aprendido en Discovery Channel (y como no es uno de mis canales favoritos, he visto pocos programas) También está aquello de que no sé cazar, excepto ofertas en equipos electrónicos.

Y si llegase a acabarse el mundo, pues buena suerte para los que se queden. Yo moriré sin arrepentirme de nada. He tenido una buena vida. Por cierto, no compré regalos de navidad para nadie, porque podría perder ese dinero. Pero, recomiendo para el resto que se compren muchos enlatados y de esas cosas no perecederas (como la depresión, la desesperanza y la locura)

Eso sí, si el mundo no se acaba, que nadie me mate. Déjenme vivir. Así podría develar esas preguntas que rondan en mi cabeza y que todavía no tienen respuesta, como ¿Lindsay Lohan logrará pasar tres meses continuos fuera de la cárcel?, ¿Sheldon Cooper logrará casarse con Amy Farrah Fowler? y ¿Qué me traerá Santa este 25?
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Posteado el 20 de diciembre de 2o12

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