¡Tengo 30 años!

Llegó el momento de despedirse de los veintes. Ya tengo 30, completicos. Ya no hay excusas. No puedo ser un joven irresponsable.

Recuerdo cuando pasé de 19 a 20 y me costaba decir que ya tenía dos décadas de vida. Aunque si ahora los 40 son los nuevos 20. Los 30 serán los nuevos 10. Los veintes serán los recién nacidos. Y los adolescentes serán no natos, esperando por reencarnar en su vida anterior. Esto es confuso.

Lo que sí no es confuso es que sé que a esta edad no me comenzará a dar la crisis de los treinta. No, señor. Me comenzó cuando cumplí 28, así que es una neurosis pasada, presente y futura. Es una sensación horrible que te obliga a lograr lo que siempre has querido. Pero no es como una canción cursi de Diego Torres. No. Es como una presión que te oprime el pecho y te dice que te estás poniendo viejo.

Y no es de unas cosas de las que uno se olvida fácilmente, como donde dejaste las llaves. Como tengo menos cabello, el espejo me lo recuerda cada vez que me quiero ver. Aunque por lo menos mis entradas no han encontrado la salida, lo que sería aún más deprimente. Eso y las ojeras debajo de mis ojos, que parecen alimentarse de mi juventud.

Sin embargo, mientras algunos comienzan a sentirse viejos y como si desperdiciaron su vida, yo prefiero pensar que estoy solamente un año más cerca de la muerte. Puede sonar extremo, pero es una suerte de motivación para lograrlo todo. No quiero pasar esta existencia como un simple espectador. De esa manera, cada año es un logro más.

Lo cierto es que no quisiera ser de esas personas que siempre tienen 29, pasen los años que pasen. Me parece absurdo. Yo voy a pasar los próximos 365 días de mi vida aprovechándolos al máximo. Es decir, si los primeros 29 han sido tan buenos, entonces los 30 serán excelentes.
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Publicado el 26 de enero de 2o14