Adictos al trabajo (altamente necesarios)

A mí me gusta trabajar todo el tiempo. Con la edad, me volví lo que en inglés se llama workaholic y en español adicto al trabajo o trabajólico. Aunque en mi sitio de labores no hay bebidas alcohólicas.. todavía.

Hay quien me dice que dice que es peligroso. Que los adictos al trabajo descuidan a sus hijos y cónyuges. Triste noticia para los casados. Pero los solteros sin descendencia, como yo, poca importancia le tomamos a eso.

Mientras, otros me aconsejan que me tome unas vacaciones largas de vez en cuando. Después de todo, soy el jefe. Ahora, lo sorprendente es que me lo dicen dos polos opuestos: 1) los que trabajaron mucho en su juventud y se arrepienten de haberlo hecho, pero no de sus riquezas; y 2) los que no trabajaron en su juventud y no tienen donde caerse muertos.

Sin embargo, los trabajólicos somos necesarios. Después de todo, de algo deben vivir los abogados de divorcios. Además, le damos equilibro al mundo ante la avalancha de flojos que se vienen formando en los últimos años. Sí, hablo de esos que esperan que les regalen todo a cambio de nada.

En verdad, logramos un cambio en el planeta. Si no me crees, fíjate en una de las workaholic más famosas: Monica Lewinsky. De simple pasante a parte de la cultura pop. Todo por meterle el pecho (y otras partes de su cuerpo) al trabajo de día y, sobre todo, de noche.

Sé que es un pésimo ejemplo, pero seguro que el punto queda claro. Hay que trabajar como el muñeco ese que aparece con una pala y una pila de tierra. Que, por cierto, no tiene sentido. Es decir, ¿por qué siempre aparece un hombre cavando? No sólo los profanadores de tumbas y mafiosos trabajan todo el tiempo.
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Publicado el 27 de abril de 2o14

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