Odio cortarme el cabello (y II)


Desde siempre he detestado ir a la barbería. Huelen raro y hay que esperar mucho. Cuando era más joven, pues podía dejar crecer mis hermosos rizos. Ahora que tengo menos cabello, me veo ridículo o como un payaso, en el mejor de los casos. Así que, resignado, fui a mi cita con las tijeras. Entré al local y me atendió una señora que olía a cigarrillos:

-¿Qué quieres, mi negro? -me preguntó-
-Me gustaría un corte de cabello -respondí-
-¿Cómo lo quieres, mi negro?
Tengo un nombre
-Con máquina. La cuatro arriba y la tres abajo
-Voy. Marica, mira la novela -le comentó a su colega y volteó la mirada a un televisor que había allí- Yo creo que Roberto Villaverde se va a ir con la amante. Espero que Romina Sotomayor se dé cuenta lo basura que es su esposo
-¡Señora! -grité- Me está pasando la máquina por la oreja
-No, no te la estoy pasando por la oreja
Esta mujer debe estar loca
-Yo la acabo de sentir -le repliqué-
-Pero eso no hace daño. ¿Y viste lo que pasó anoche en la novela de la noche? -continuó conversando con su compañera- Fue impresionante. Al fin las gemelas se unieron
-¡Señora! -la interrumpí- me está pasando la número tres arriba
-No, no lo estoy haciendo. Yo sé lo que estoy haciendo
-Pero he visto que no ha cambiado de máquina
-Déjame hacerlo ya. Yo creo que la abuela va a recuperar la memoria esta semana y revelará que Juan Ernesto es el papá de Julia Marina. Te voy a pasar la hojilla -me dijo a mí, antes de continuar con su novela- Entonces Camila podrá tener toda la fortuna que le heredó su madre.
-¡Señora! -la detuve- me está cortando con la hojilla
-Pero no es mucho, eso no duele. Ya te paso un algodón con alcohol
-No, no se preocupe. Prefiero desangrarme que pasar por ese ardor. No, no me pase la hojilla por las patillas. Yo me encargo en casa
-Claro, mi negro. Como tú digas. Yo no tengo dos días cortando cabello
Lo sabía, es su primer día
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Publicado el 29 de junio de 2o14

1 comentario:

Persona A dijo...

Bueno 'minegro' esa es nuestra gentecita de siempre, por esas indecencias a veces me siento a un paso de la misantropía ¡jajajaja!. Saludos