Mi seudónimo es mi nombre (y viceversa)


Hace unos días me invitaron a escribir una columna sobre tecnología en un periódico. Yo nunca había tocado esa fuente, pero como también soy informático, me pareció apropiado. Dije que sí inmediatamente y a la semana envié mi primer texto. Para mi sorpresa, me lo devolvieron con el pretexto de que había usado un seudónimo al firmar. Y yo les dije "¿Cómo? Yo me llamo así"

Inmediatamente recordé una de esas conversaciones -sin sentido- que tuve con una de mis amigas en la universidad. Ella me preguntó que si yo tuviera que usar un alias, cuál sería. Yo le respondí que a mí me gusta tanto mi nombre que no podría pensar en usar otro. Ella sí tenía uno para sí en mente, pero ya no lo recuerdo (y no voy a hacer el esfuerzo mental)

Ahora, volviendo a lo de mi caso. Al principio me ofendí un poco. Es decir, ¿mi nombre suena inventado? ¿Es la clase de nombre falso que alguien daría para que no lo molesten? Y más importante, ¿tengo el aspecto de un prófugo de la justicia? ¿de quién estaría yo huyendo, si decidí escribir una columna en un periódico?

Después, me sentí un poco halagado. Oye, mi nombre es tan bello que cualquiera quisiera tenerlo como seudónimo. ¿Existirán personas deseando haber tenido tan buena suerte como yo? ¿Hay niños en todo el mundo añorando llamarse de una buena y asombrosa manera?

Luego, me sentí un poco mal por toda esa gente con nombres feos. Sabes, hay muchos hombres y mujeres cuyos padres decidieron llamarlos muy mal. Del tipo "perdí una apuesta y por eso te bauticé así, pero no es que haya sentido un odio irracional hacia ti"

En fin, en vista de que no me pienso cambiar legalmente el nombre para complacer a otros, voy a seguir firmando con mi nombre, que es también mi seudónimo. Aunque, pensándolo bien, Bruno Díaz no suena mal.
___
Publicado el 12 de julio de 2o14

No hay comentarios: