La llamada (que casi me causa un infarto)


Sábado a las siete de la mañana. Me estaba afeitando para salir a trabajar, cuando sonó mi teléfono. Normalmente nadie me llama a casi ninguna hora, así que cuando alguien lo hace tan temprano, sólo puede ser algo malo. Y cuando vi el nombre de mi madrastra en el identificador de llamadas, pensé lo peor: algo le pasó a mi papá.

-Aló, Beatriz
-Ciro -dijo ella con la voz entrecortada-
-Dime, Beatriz
-Mira, pequeño..
-Dime, dime, dime, Beatriz
-No sabes lo que pasó -las palabras las pronunciaba lentas-
-No.. no.. no sé
-¿Te estás despertando?
-No, yo siempre me levanto temprano
-Bueno, Ciro..
¡Oh, por Neptuno! Es tan grave que no logra articular las palabras ¡No sabe cómo expresarlo!
-¡Dime de una vez, Beatriz!
-Amigo, ¿tú cómo que estás alterado?
-No.. bueno, sí.. un poco. Dime qué pasó
-No es nada grave
-¿No.. no.. no es nada grave?
-No
-¿Y por qué me llamas a esta hora?
-¿Te asusté?
-Sí, mucho
-Lo lamento
-Tengo taquicardia, Beatriz -suspiré- Dime en qué te puedo ayudar
-Bueno, pequeño, los cartuchos de la impresora se quedaron sin tinta ¿Puedes buscarlos?
-Oh, eso. Sí, yo paso ahorita antes de abrir el negocio
-Gracias. Me avisas cuando estés cerca
-Vale

Y esa es la historia de cómo casi me da un infarto por culpa de unos cartuchos. La gente debería ser más conciente a la hora de llamarme. Por ejemplo, si es algo tan trivial, pueden mandarme un mensaje de texto y listo. Mira que con la cantidad de colesterol que ingiero, mi corazón podría no resistir otra ocasión así.
___
Publicado el o1° de diciembre de 2o13