Gracias por las palabras (Una carta de amor ridícula)

 
Cuando era un pequeño niño veía a mi padre estudiando y me quedaba fascinado. Él, un médico, ha estado destinado a leer mucho toda su vida. Yo lo acompañaba todas las noches y hacía como si leyera.

Una de esas noches, él llegó con un libro de esos que son para aprender a leer. Y así, comenzó a enseñarme lo mejor que pudo haber hecho: la lectura. Entonces, nos sentábamos cada noche a leer un poco. Cada día una nueva consonante hasta completar el abecedario.

Luego, cuando salíamos a caminar él apuntaba a los letreros y me preguntaba "¿Qué dice allí?". Yo, interpretaba lentamente cada texto. Y cuando terminaba, podía ver la cara de alegría de mi padre.

Así, desarrollé mi amor por la lectura. Podía leer todo lo que cayera en mis manos: desde cuentos infantiles hasta los libros de medicina de mi papá (que no significa que los entendiera) Y  fue de esa manera como amé la literatura universal.

Sin eso, quizás nunca habría estudiado periodismo. No tendría los amigos que tengo. No tendría las experiencias que he vivido. No tendría la curiosidad en mí. No escribiría mis crónicas. No sería lo que soy hoy en día.

Sólo me queda agradecerle eternamente por enseñarme algo tan fundamental y que me moldeó para siempre. Gracias por las palabras.
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Publicado el o8 de junio de 2o14

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